martes, 4 de diciembre de 2007

EL SEXO VISIBLE Y EL AMOR INVISIBLE


Bailemos para siempre, amada muerte. Tómame en tus brazos, dulcemente, como una Piedad. No me hagas daño…

(Fragmento de Poema a Julio Romero, protomártir del Amor)

Por no saber, ni siquiera sabemos qué no sabemos. No tenemos ni la más remota idea de lo que es el Amor. Si lo supiéramos, pasaríamos la vida celebrándolo, bailando con los santos y las fulanas. Ebrios de Amor, como debe ser. Simplemente seríamos felices.

Los humanos anhelamos el amor libre de las ataduras del cuerpo, la pequeña moral, el destino, la psicogenealogía. Queremos ser divinos a través del orgasmo, pero dura demasiado poco, aunque es indiscutible que tiene un punto divino y además es repetible.

Ahora que se extiende la máxima nihilista que dice que follar es de obreros, hay que cantar muy alto que el sexo es una gran expresión del amor (Ratzinger) de la misma manera que el amor se expresa muy bien con sexo (Sade).

No existe más definición sexual que la que uno quiera darse a sí mismo.

El sexo es una de las bellas artes que nos hace como somos. Es una puerta al infinito. Amor al alcance de los perros, decía Céline sin saber qué son los perros.
Nos gustan las historias y personas que lucharon por el sexo de los ángeles, pero sobre todo las que creyeron luchar por su identidad cuando en realidad lo hacían por su libertad. Toda identidad es disoluble en unas gotas de MDMA. La identidad es reductora por naturaleza. Lo específicamente humano es la libertad.

San Agustín, que era un poco obseso, parió aquellas maravillosas palabras: ama y haz lo que quieras.

Sé que en algún laboratorio intentan sintetizar el alma humana, pero la estrella del amor será siempre la estrella del amor, querido Shulgin.

De la revista generacion xxi

No hay comentarios: